‘Trans-formando’ Villava con Mikele Grande

FUENTE: Noticiasdenavarra.com

El Ayuntamiento local organiza un ciclo sobre transexualidad los días 24, 25 y 31 de este mes a partir de las vivencias y testimonio de esta.

En primer término, de izquierda a derecha, Olaia Baigorri y Mikele Grande. En medio, Irune Gastón (técnica de Igualdad del Ayuntamiento de Villava), Maite Bengoa (edil de Geroa Bai), Carlos Echenique (Chrysallis Euskal Herria) y el profesor Ekaitz Goikoetxea. Detrás, el alcalde Mikel Oteiza y la concejala Irene Latasa (EH Bildu), Joseba Amigorena (técnico de Juventud), Belén Marcos (Apyma Bidaburua Pedro Atarrabia) y Tomás Donazar, director del instituto. (PATXI CASCANTE)

“Nacer así ha sido muy positivo porque me ha enseñado muchas cosas”

VILLAVA – “Yo siempre he sido yo, solo que he tenido un nombre distinto. Mi mentalidad no ha cambiado nada, sigo siendo la misma y me he conocido siempre así”. Mikele Grande, joven transexual de 16 años, habla con un desparpajo sorprendente para su edad. Toda su vida, pusiera en su DNI Mikel o Mikele, se ha sabido en femenino. Y lo cuenta con la misma naturalidad con la que ha asumido el tránsito para ser quien es y lucir por fuera como se siente por dentro.

Su familia, amigos, el pueblo de Huarte en el que vive y el instituto de Villava en el que estudia le han acompañado en este proceso. Ese respaldo tendrá su reflejo en Trans-formando, un proyecto que nació en las aulas de Pedro Atarrabia. El Ayuntamiento de Villava recogió el guante y ha organizado tres citas (días 24, 25 y 31 de este mes) para sensibilizar y arrojar luz sobre esta realidad muchas veces desconocida.

“Mis padres quizá pensaron que sería algo pasajero, pero estaban conmigo. A los tres años me regalaron el vestido de la reina de los gigantes de Huarte, una vez salí disfrazada de sirena… Me acompañaron mucho en ese proceso. Recuerdo que, ya en Infantil, lo decía por todas partes. Yo quería ser una chica. Todos tenían asumido esa parte de mí, y a ninguno le importaba”, explica. “Un día lo dije: ‘No, a partir de ahora llamadme Mikele’. Y desde entonces apenas nadie se equivocó en el nombre”, asegura.

Después, cuando dejó el colegio de Huarte y le tocó pasar al instituto Pedro Atarrabia de Villava “tenía algo de miedo. Aunque iba con mis compañeros, era un sitio y gente nueva…”. Mikele era consciente de que “estas cosas se saben, se extienden, porque además yo he hablado de ello. Y cuando vine y supe que todo el mundo ya lo sabía, fue todo igual de natural”, apunta.

Aún no tenía el cambio de nombre en su DNI, pero en el instituto “eso ya estaba preparado. Me pusieron como Mikele y como alumna. Incluso me ofrecieron en clase la vacuna del papiloma. Fue un detalle muy guay. Me cuidaron muy bien desde el principio”. Recuerda con especial cariño cómo se interesó por ella Miriam Erkizia, “una de las mejores profesoras que he tenido”. El centro pensó en ella como su tutora por su especial sensibilidad y cercanía, y acertó en vista de la opinión de Mikele. También decidió que un miembro de la dirección le diese clase (Ekaitz con euskera) para arroparle cuanto más, mejor.

“Ha sido un proceso muy natural y bueno, un camino súper fácil de recorrer y muy chulo”, considera, y dice que no cambiaría absolutamente nada. “Nacer así ha sido muy positivo porque me ha enseñado muchas cosas. Y debería ser así con todos los menores transexuales… pero desgraciadamente si estos casos se dan en muchas familias, igual no todas pueden tener el mismo recorrido que yo”, lamenta Mikele, consciente de que, aunque cada persona es un mundo, a la transexualidad muchas veces le acompaña una experiencia de sufrimiento personal.

“Por eso es bonito contar un testimonio un poco diferente. Cuando hablas de un tema así la gente suele pensar automáticamente que va a ser una historia con un recorrido muy duro, de vivencias malas, todo muy trágico… pero luego conocen mi historia y de las personas que han vivido lo mismo que yo, y se dan cuenta de que puede ser un proceso completamente natural”, explica.

EL TRÁNSITO Hace unos seis años los progenitores de Mikele le pusieron El Sexo Sentido, un documental que analiza la transexualidad en menores. “Me ayudó mucho a darme cuenta de que yo quería eso. Era una chica y tenía que empezar con ese proceso de que la sociedad me viera tal y como yo soy. Sin cambios físicos, simplemente el cambio de nombre, de sexo en el DNI…”. Hasta su abuelo, “con 92 años que tenía el hombre, lo aceptó genial. No fue nada difícil”, dice recalcando una vez más lo apacible de su tránsito.

La vertiente institucional sí fue un poco más puñetera. A Mikele le llevaron a la UNATI (Unidad Navarra de Transexuales e Intersexos) con dos psicólogas “muy simpáticas, la verdad” que le evaluaron, primero cada mes, y luego cada tres durante cerca de tres años. “Y cuando ya vieron que sí era una chica transexual me llevaron a un endocrino”, explica Grande algo disgustada con el sistema: “No me parece muy bien porque es tratar este tema como si yo fuera una enferma mental. Yo no estoy enferma. Y no creo que necesitara ayuda psicológica porque sabía muy bien y desde el principio quién era. Aún así fue un proceso llevadero, estuve muy a gusto, aunque sí se me hizo un poco largo”.

A partir de ahí, el endocrino le recetó “unos bloqueadores hormonales para que no desarrollara lo que hoy en día tenemos en mente que es el cuerpo de un chico”. Después le dieron estrógenos, hormonas sexuales de tipo femenino. “Y para el DNI, porque la mención al sexo aún no la puedo cambiar, utilicé un cambio de nombre por uso habitual. Esto depende bastante de cómo lo vea el juez, pero a mí me tocó una muy maja, lo aceptó, lo firmó y tengo mi cambio de nombre”, dice contenta Mikele.

Esta joven echa la vista atrás y reconoce todos los avances de los últimos años. “Cuando salí yo, que tenía 12 años, parecía que estaba sola en Navarra. Después hubo un boom increíble en todas partes. Empezaron a salir familias, a hacer películas… todo eso nos benefició muchísimo”. Y dice que “es muy bonito ver cómo los jóvenes y no tan jóvenes, la gente con la mente abierta”, les apoyan. “Te sientes muy arropada”.